22 mayo 2009

La mejor final de la historia


FICHA TÉCNICA:


Partido correspondiente a la Final de la Copa de Europa de la temporada 1959-60 disputado en el estadio Hampden Park de Glasgow (Escocia) ante 135.000 espectadores el 18 de mayo de 1960.



Alineaciones:

Real Madrid: Domínguez; Marquitos, Santamaría, Pachín; Vidal, Zárraga (c); Canario, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento. Entrenador: Miguel Moz.




Eintracht: Loy; Lutz, Eigenbrodt, Höfer; Weilbächer, Stinka; Kress, Lindner, Stein, Pfaff (c) y Meier. Entrenador: Paul Obwald.



Árbitro: John Mowat (Escocia)

Goles:

0-1 (18´): Kress
1-1 (27´): Di Stéfano
2-1 (30´): Di Stéfano
3-1 (45´): Puskas
4-1 (56´): Puskas (penalti)
5-1 (60´): Puskas
6-1 (71´): Puskas
6-2 (72´): Stein
7-2 (73´): Di Stéfano
7-3 (75´): Stein




LOS EQUIPOS

El Real Madrid participó en esta edición de la Copa de Europa como vigente campeón de la misma ya que la liga de la temporada anterior fue a parar a las vitrinas del Barcelona. Los merengues eran los grandes dominadores del fútbol europeo, al conquistar las cuatro primeras ediciones de la Copa de Europa, y del fútbol español con cuatro ligas en la década de los 50 de forma casi consecutiva. Santiago Bernabeu confeccionó un equipazo alrededor de un fenómeno como Alfredo Di Stéfano. Tener a jugadores de la categoría de Puskas, Santamaría, Canario, Del Sol o Gento bailando al compás de la Saeta Rubia era garantía de éxito.




El Eintracht de Frankfurt se proclamó campeón alemán por primera y única vez en su historia en la campaña 58-59, en un campeonato que se articulaba en torno a unos torneos regionales de los que salían los clubes que disputarían el título germano. Por aquel entonces la Bundesliga todavía no había sido creada. Borussia de Dortmund y Hamburgo eran los clubes más poderosos, siempre teniendo en cuenta la peculiar organización del fútbol germano. El triunfo conseguido por el Eintracht fue toda una sorpresa. Era un club que no contaba en sus filas con jugadores de gran nivel, en los dos años anteriores ningún integrante de su plantilla había sido convocado por la selección alemana. Su mejor jugador era el capitán Pfaff, un interior izquierdo apodado el “Don Alfredo del Eintracht”. Otros jugadores destacados eran el volante Stinka, el extremo derecho Kress y el delantero centro Stein.




CAMINO HASTA LA FINAL

El Real Madrid tuvo un facilísimo rival en los octavos de final. El Jeunesse Esch de Luxemburgo fue un juguete en manos de los blancos que los golearon en el Bernabeu por 7-0 y en tierras luxemburguesas por 2-5. En cuartos de final ya se enfrentaron a un rival de más postín, el Niza francés. En la ida vencieron los galos por 3-2 después de remontarle un 0-2 a los blancos. En la vuelta el Real Madrid los aplastó con un contundente 4-0 que no dejó lugar a dudas. Y ya en semifinales se vio las caras con el Barcelona, su máximo rival de siempre. Los catalanes estaban muy fuertes. Eliminaron a dos potentísimos rivales como eran el Milán y el Wolverhampton, siendo uno de los grandes favoritos al triunfo final. Sin embargo no pudieron con un Real Madrid en estado de gracia que encauzó la eliminatoria en el Bernabeu con un 3-1, rematando la faena en el Nou Camp con otra victoria por 1-3.





El Eintracht de Frankfurt se impuso en los octavos de final al Young Boys suizo con facilidad. En la ida ya venció en tierras helvéticas por 1-4, convirtiendo la vuelta en Frankfurt en un trámite que acabó con empate a un gol. En cuartos de final las pasaron canutas ante el campeón austríaco, el Wiener Sportclub. En Frankfurt el Eintracht cobra una mínima ventaja al vencer por 2-1 que no asegura nada de cara a la vuelta. En Viena consiguen un afortunado empate a un gol que le da el pase a las semifinales. Allí se midieron al Glasgow Rangers. Los escoceses tuvieron unos fáciles rivales que le permitieron llegar hasta la antesala de la final. La flojedad de los Rangers quedó patente en la eliminatoria. Los alemanes fueron muy superiores y golearon en los dos partidos a sus rivales, 6-1 en Frankfurt y 3-6 en Glasgow.



LA PREVIA

Todos coincidían en dar como gran favorito el Real Madrid. Sus cuatro Copas de Europa le avalaban, pero además la diferencia entre ambos equipos era abismal. El Real Madrid estaba formado por jugadores de reconocida categoría internacional, mientras que los alemanes apenas contaban con jugadores de categoría contrastada. Además el nivel de los clubes alemanes eran bajo en comparación a los clubes latinos (sobre todo españoles e italianos), grandes dominadores del fútbol europeo de clubes en aquel entonces.

El Eintracht, sabiéndose inferior, se encomendaba a un nuevo milagro de Berna, en referencia a la victoria de su selección en la final del Mundial del 54 sobre la poderosa Hungría por 3-2, después de ser goleados por los magiares en la primera fase por 8-3.




LA FINAL

Los alemanes comenzaron el partido exprimiendo al máximo sus virtudes, poderío físico y pelea incansable por todos los balones. Este frenético inicio tuvo su premio con el primer gol del partido obra de Kress. Parecía que un nuevo milagro de Berna se estaba gestando. Todo fue un espejismo. La máquina merengue comenzó a funcionar a plena potencia. De los pies de Canario llegó la reacción de los merengues. Dos jugadas suyas acabaron en los dos primeros goles de Di Stéfano que le dieron la vuelta al marcador a la media hora de juego. Un nuevo gol de Puskas al borde del descanso dejaba en bandeja la quinta Copa de Europa para el Real Madrid.





Pero lo mejor estaba por llegar. Si la primera parte ya mostrara el buen juego que era capaz de realizar el Real Madrid, la segunda fue una exhibición total. Los blancos desarrollaron un fútbol primoroso que barrió del campo a unos voluntariosos jugadores alemanes que nada pudieron hacer ante la superioridad técnica de Di Stéfano, Puskas, Gento o Canario. Los goles caían de forma inexorable sobre la meta de un superado Loy. El fútbol surgía a borbotones de las botas de los jugadores del Real Madrid ante los 135.000 espectadores que acabaron extasiados y rendidos ante tamaña exhibición, la más grande jamás vista en una final.





El Real Madrid dejó claro que era el mejor equipo del mundo y que jugadores como Di Stéfano (tre goles) o Puskas (cuatro goles) estaban en otra dimensión. Sobre el abarrotado Hampden Park mostraron un fútbol desconocido en Europa hasta la fecha. El juego de toque, la virguería contínua, un juego casi de salón que mereció el reconocimiento de toda la Europa futbolística de la época.




El Eintracht hizo todo lo que pudo. Comenzó bien el partido pero no aguantó la avalancha blanca más de media hora. Aún así se dejaron ver en ataque anotando tres goles que maquillaron el resultado y contribuyeron a dar brillo a un partido esplendoroso, quizás el mejor de la historia.




Imágenes inéditas en color de videoaficionado nunca vistas hasta ahora.


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