Florentino Pérez dio la noticia esperada por toda la familia blanca: se presenta a las elecciones. Será, por lo tanto, presidente. Yo sé que al Real Madrid y a los madridistas les suele doler que se les vincule con el franquismo. Y tienen razón porque las vinculaciones más comunes suelen ser directamente falsas, engañosas o traídas por los pelos. Pero alguna tuvieron, como todo el mundo que estuvo en España en esos años, que ya dijo Saporta que “en la Monarquía fuimos monárquicos, en la República republicanos y en el Franquismo, franquistas”. Y creo que la más evidente es la forma que tuvo de ser manejado: un personalismo tremendo, enorme, con lo bueno y lo malo que tiene esa forma de gobierno.
El Real Madrid fue, podría decirse, más personalista incluso que la España de Franco. Cualquier persona entendida sabe que en el régimen había ‘familias’ y que Franco era el mandatario indiscutible, pero que tenía que contar de un modo u otro con ellas. En el Real Madrid Bernabéu mandaba y los demás obedecían y ni familias, ni leches. En el Barcelona, la personalidad del club era diferente: había elecciones y tendencias. El Barcelona era ‘más que un club’, en efecto, por la vía de ser un ‘simple’ club. El Real Madrid era una poderosísima institución en la que las cuentas se llevaban en un cuaderno de hule, como decía don Santiago, pero en la que la personalidad del líder anulaba lo demás. El líder, eso sí, estaba al completo servicio de la institución, que don Santiago pagaba hasta el periódico que cada mañana le subían a su despacho.
Franco murió mientras mandaba. Creyó que no dejaba todo ‘atado y bien atado’ y que después de él vendrían ‘las instituciones’. Su obra política no le sobrevivió más de un año. De la social queda aún bastante. Sobre todo en muchos que no se dan ni cuenta, pero eso es otra historia. También murió mandando don Santiago. Pero como él no había fundado nada para sí, sino que se había limitado a gestionar una institución y no tuvo más voluntad que fortalecerla, las cosas fueron diferentes: la institución le sobrevivió, y tan fuerte o más que él la había dejado. Pero su impronta había sido tan grande, su huella tan profunda, que al Real Madrid se le había hecho necesario encontrar un jefe, un líder, un padre. Desde que se fue don Santiago, el Real Madrid ha pasado treinta años buscando otro Bernabéu. Ahora, con Florentino Pérez suspiran, aunque no lo confiesen, por haber encontrado a un líder a quien seguir. Creo que, en realidad, esa es la verdadera importancia de que Florentino Pérez vuelva a la presidencia del Real Madrid: que el club recupere su personalidad, la de don Santiago, y se vuelva a sentir a gusto consigo mismo. Don Santiago había sido tan grande que su figura había ahogado a la institución que, sin él, se sentía huérfana. Por buscarla había caído en unas manos mejores y otras peores, pero ninguna como las del padre añorado.
Pero ¿Florentino Pérez será otro Santiago Bernabéu? Pues si nos ponemos a juzgar por su anterior etapa, hay cosas que se parecen y otras que no. Florentino dimitió. Don Santiago nunca lo hubiera hecho. Florentino se equivocó dejando irse a Makelele y a Del Bosque. Don Santiago se las tuvo tiesas con Di Stefano y rompieron abruptamente. Quizá aquel Di Stefano ya no estaba para ser líder pero las formas no fueron las mejores, al igual que cuando el enfrentamiento Hierro-Del Bosque-Florentino. Bernabéu no solía asumir errores ni rectificar. No oí ayer una sola palabra en la que Florentino Pérez hablara de ‘errores’ salvo en lo relativo a su dimisión, englobando a los demás –que bastantes hubo- en un “de los errores se aprende”. Bernabéu admiraba al Athletic y quería hacer un equipo de canteranos. Ayer se habló de ‘cantera’ pero cuando se concretó no se habló de ‘hacer jugadores’ sino de ‘traerse a los mejores’. Don Santiago, cuando llegó al Madrid, era un hombre relativamente humilde, una persona de clase media. Don Florentino es un empresario de enorme éxito, de enorme valía personal. Capacitado sin duda alguna para el cargo y el reto ¿Qué reto? Pues aunque no se lo crean, el devolverle al Real Madrid su pasado porque títulos, lo que es títulos, han seguido ganando. Lo que han perdido es la fortaleza institucional. El respeto ajeno. Fichar a Figo fue una declaración de intenciones. Esta vez no le ha hecho falta Figo siquiera, ya ven cómo está la cosa, para que todo el mundo le aclame como salvador. Le ha bastado decir que va a dar “un golpe de autoridad”. Esa es la palabra. Autoridad. La palabra que rondaba por la mente de mi madridista anónimo de hace dos días.
Yo no sé, en realidad, lo que el Real Madrid necesita. Lo que sí sé es lo que quieren los madridistas: no quieren a Obama, sino a Bernabéu. No el futuro, sino el pasado: ese pasado en el que todos los admiraban y los respetaban y, quien no, se callaba por si acaso. Pero que todos recuerden que el mayor error de Franco fue el querer detener el tiempo, el querer volver al pasado, porque eso es imposible. Y ese fue un error que nunca cometió Santiago Bernabéu porque él siempre pensaba en el futuro.
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