Tomás Roncero | 07/07/2009 As
Kaká llegó virgen al matrimonio y Cristiano llegó virgen al Bernabéu. Jamás había pisado el templo futbolístico de La Castellana. Eso aumentará en el nuevo ídolo del madridismo la sensación de haber vivido algo irrepetible. Jamás olvidará lo que sucedió entre las nueve y las nueve y media del 6 de julio más importante de sus 24 años de vida. Lo dejó claro al dirigirse a un estadio donde no cabía ni la cabeza de un alfiler. Más de 85.000 testigos de la mayor presentación jamás contada (¡y otros 3.000 se quedaron en la calle!). Maradona y su récord, adiós.
A las 21:20h. de la víspera de San Fermín, Cristiano, que parecía un guerrero espartano con su blanca indumentaria y el 9 de Di Stéfano a la espalda, se puso delante de los micrófonos, resopló, miró al cielo, resopló de nuevo, se quedó callado mientras tragaba saliva para evitar llorar por la emoción, amagó de nuevo con hablar y resopló por tercera y última vez. Los 85.000 fieles se volcaron e irrumpieron en un canto que sonaba a proclama reivindicativa tras dos años de espera y frustraciones: "¡Sí, sí, sí, Cristiano ya está aquí!".
Después se serenó, recurrió al tópico "estoy muy feliz por estar aquí", fue más sentimental al recordar que "he visto cumplido mi sueño desde niño" y terminó viniéndose arriba para mostrar su lado más emocional al convertirse en un director de ceremonias perfecto: "Ahora gritad todos conmigo. Atención: uno, dos, tres... ¡Hala Madrid!".
En ese instante, Cristiano Ronaldo hizo madridista a medio mundo, representado en un crisol de culturas, lenguas y nacionalidades que abarrotaron el coliseo blanco. Miles de portugueses, así como chilenos, ecuatorianos, bolivianos, peruanos, uruguayos, colombianos, argentinos, franceses, alemanes, rumanos, italianos, británicos, daneses... Unos metros atrás asentía con gozo un tridente que también fue objeto de las aclamaciones del pueblo: Florentino, Di Stéfano y Eusebio. El club tuvo la brillante idea de invitar a la Pantera Negra, el Balón de Oro de 1965 que en esa década amargó más de una Copa de Europa al Madrid de Di Stéfano.
La Saeta no paró de bromear con su amigo, que se vio abrumado por el escenario. Apenas pudo decir: "Muito Obrigado".
Estas multitudinarias presentaciones faraónicas están sirviendo para recuperar la imagen de Di Stéfano, al que jamás le dieron tanto cariño los madridistas. Por eso sólo faltó ver sonreír a su bastón de madera. Florentino le miraba y le abrazaba, consciente de que esta nueva era ha devuelto la fe y la ilusión a un madridismo que está desatado. "Vosotros sois esenciales para que este Madrid siga siendo admirado y respetado. Lo que aquí está sucediendo esta noche quizás no tenga precedentes. Vuestra asistencia masiva representa la esencia de este nuevo Real Madrid. Muchas gracias por ser los verdaderos protagonistas de esta imparable fuerza de ilusión y de sueños".
Cristiano seguía a lo suyo, extasiado en la contemplación de su nuevo Teatro de los Sueños. La nube de fotógrafos y cámaras de televisión no alteró su elegancia en su avance por la verde pasarela dispuesta por el club, procediendo antes a hacer unos malabares con la pelota que se echaron de menos con Kaká y Albiol. Pero es que este hombre adora jugar y jugar. Se le notó cuando empezó a hacer amagos de tacón y varios zigzag con la pierna derecha para dejar pasar la pelota por debajo, en un arabesco que pondrá de pie el estadio como se le ocurra hacerlo en un partido oficial...
Los veteranos del club, con Santamaría, Amancio y Pachín a la cabeza, comentaban en sus corrillos que esto es de otra dimensión. "El Bernabéu sólo se llenó así para ver a una sola persona cuando estuvo aquí el Papa en 1982".
El portugués inicio su espectacular vuelta al campo, emulando el éxito de José Tomás en la Monumental de Barcelona. Justo la ciudad que será referente en el gran pulso futbolístico que nos espera este curso, con un Bernabéu enardecido que se lo recordó, con rima incluida: "¡Cristiano, majete, danos el triplete!". La presión no altera al nuevo nueve del Madrid. Ni siquiera se inquietó cuando una docena de fans saltaron al campo para tocarle. Es un ídolo. Y lo sabe...
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